Publicaciones
El Factor Humano
El otro día hablando en un grupo con compañeros quiromasajistas salió un tema de conversación bastante interesante y fue la empatía que tenemos con las personas con las trabajamos.
Muchas veces estamos acostumbrados a que nos llegue una persona que necesita un masaje, la tumbamos en la camilla, seguimos nuestro protocolo, la limpiamos, la ayudamos y vemos que está bien y simplemente extendemos la mano para cobrar. Esto, por supuesto, se puede aplicar a otras profesiones incluso a otras técnicas dentro de la rama de terapias alternativas que es en la que me voy a centrar en este artículo.
¿Cuántas veces no hemos estado mal, de mal humor, con ira contenida, con dolor y vamos a que nos apliquen una técnica (sea cual sea) y nos apetece hablar, descargar ese peso que llevamos dentro con otra persona? Yo voy a decir el primero que muchas veces me ha pasado incluso muchas veces he descargado tanto que sé que la otra persona se ha quedado mal; hoy en día trato de controlar mucho eso y no descargo o bien descargo parte pero sin cargar a la otra persona.
Hay quienes dicen que no somos psicólogos y que no hagamos intrusismo, y es cierto, al menos en mi caso, pero sí que somos seres humanos y estamos para ayudar a los demás al igual que nos gusta que nos ayuden a nosotros. Obviamente hay que saber establecer límites, barreras, saber protegerse para no pecar de exceso de empatía y quedarnos nosotros mal por lo que esa persona a la que tratamos de ayudar descarga en nosotros. Como bien indico al principio del párrafo, no soy psicólogo ni pretendo ejercer como tal, no pienso “diagnosticar” nada a esa persona porque no tengo la formación necesaria ni estoy cualificado para ello, pero si una persona me viene y tiene un determinado patrón sí creo que estoy más que capacitado para tenderle mi mano y brindarle un pedacito de tiempo: eso no es intrusismo, se llama humanidad.
Aquellos que trabajamos con las manos, entre otras cosas y técnicas, a veces hacemos más sólo escuchando a la persona y poniendo nuestra mejor intención en cada pase que le damos en el masaje o la técnica que estemos aplicando que profundizando en el propio masaje y haciendo oídos sordos a lo que nos cuentan o nos dicen.
Nos olvidamos que trabajamos con personas, con seres que son iguales a nosotros, ni mejores ni peores, simplemente diferentes a nosotros (y muchas veces no tanto como pensamos). Pese a esta diferencia todos tenemos una cosa en común: necesitamos sentirnos queridos, escuchados, comprendidos e incluso apoyados. Yo discrepo muchas veces con lo que la persona me dice pero no empiezo un debate o una discusión, simplemente le expreso mi punto de vista o trato de desviar su mente de ese pensamiento o emoción negativa que está proyectando, pero siempre con cariño y con lo mejor que hay dentro de mí. Todos tenemos que descargarnos del peso que nos echamos a la espalda (muchas veces más del que deberíamos y muchas veces peso innecesario), bien sea empleando técnicas holísticas, técnicas manuales, practicando deporte, saliendo de marcha o hablando con alguien que sepamos que nos escucha.
Somos empresarios, empleados, trabajamos en negro, da igual … somos seres humanos y trabajamos con seres humanos. Brindémosles un pedacito de humanidad que en esta vida no sólo debemos pensar en ganar dinero sino a qué precio y cómo lo ganamos (aquí entra la ética moral y profesional en la que no voy a entrar).
Habrá quienes discrepen con este artículo, con mis palabras si me conocen de hace años puede que hasta piensen que soy un hipócrita (de épocas donde sólo me importaba yo) pero doy gracias por haber encontrado ciertas técnicas, compañeros, amigos, etc. y como no, agradecer a mi pareja, mi familia y mis mascotas (esas que te dan amor incondicional siempre) todo lo que me han brindado para que ese cambio se produjese en mí y poder ver, aplicar y apreciar ese factor humano del que hablo.
Tomemos conciencia: somos humanos, brindemos humanidad …
Fausto Gambra Michel.
Centro DOLFA – Terapias Alternativas y Masajes.